- Associated Press - Friday, May 8, 2015

Armando Botell estaba tan obsesionado con una mujer casi 50 años más joven que él que le pagó a alguien para que la siguiera a todas partes, coleccionaba fotos de ella desnuda, abusó físicamente de ella y trató de controlarla dándole el Xanax que ella necesitaba desesperadamente, según la policía.

En octubre del año pasado, de acuerdo con la policía, Botell finalmente estalló, mató a Romina Fernández, de 17 años, y prendió fuego a su cadáver detrás de un centro comercial de Sweetwater. Cuando llegaron la policía y los bomberos, el cuerpo de la jovencita estaba tan terriblemente desfigurado que el médico forense necesitó su expediente dental para identificarla.

El jueves, la policía arrestó a Botell, de 66 años, y lo acusó de asesinato de segundo grado con un arma mortal. Fue llevado a la instalación correccional Turner Guilford Knight. El juez le negó la fianza.



La policía, que combinó el testimonio de testigos con videos de vigilancia tomados cerca de la escena del crimen, archivos de teléfonos celulares y otros elementos forenses para encausar a Botell, dedujo que él pudo haberla matado porque “estaba quedando perturbado emocionalmente a causa de su obsesión con la víctima”.

Según la policía, video de vigilancia tomado en el centro comercial donde se encontró el cadáver de Romina mostró a un hombre que salía de un Mercedes SL350 plateado y se deshacía de algo que parecía un cadáver. La policía identificó luego ese auto como el de Botell.

No se pudo contactar el viernes a la familia de Romina, quienes vivían en el parque de tráileres Sweetwater Groves en el momento de su muerte.

Relatos de entonces y de ahora por parte de familiares, testigos y policías, indican que Romina pudo haber estado en problemas un día antes de que la policía de Sweetwater y los bomberos de Miami-Dade descubrieran su cadáver el 11 de octubre del 2014 en el callejón trasero de un centro comercial de Sweetwater en el 11400 W. Flagler St.

El 10 de octubre, Andrea Pérez, la madre de Romina, recibió un mensaje de texto enviado desde el celular de su hija que ella estaba segura de que no había sido enviado por Romina.

“Hola, mami, estoy bien. Me mudo a Nueva York con un amigo. No te preocupes”, rezaba el mensaje de texto.

Esto no tenía ningún sentido para Pérez, quien dijo que ella entonces supo que “algo en el mensaje no estaba bien”.

De modo que la familia empezó enseguida a recorrer el vecindario con fotos de Romina y pidiendo ayuda. Acudieron a la policía de Sweetwater, que hizo un reporte de personas desaparecidas en su nombre. Sólo después de que la Oficina de Medicina Forense del Condado Miami-Dade usó los expedientes dentales la policía logró identificarla como la adolescente desaparecida.

Incluso después de que la familia fue informada de la muerte de Romina, Botell pudo haber seguido insistiendo. Casi dos semanas después de la muerte de Romina, su madre recibió una carta.

“Hola mami. Estoy bien. Me voy a Nueva York con un amigo. El me compró comida y mi medicina. No te preocupes. Te llamo en un mes”, decía la carta supuestamente enviada por Romina.

Los archivos del Departamento de Policía de la Florida muestran que Botell vivía en Hialeah en 1980 mientras era buscado por un cargo de homicidio en California. No estuvo claro el viernes si Botell fue extraditado en algún momento o no.

Romina, quien nació en Uruguay y vino a vivir a Miami con dos años de edad, quería hacerse cosmetóloga. Ella era diabética y necesitaba tomar insulina después de cada comida, y se vio obligada a dejar los estudios en Killian High a causa de complicaciones de su enfermedad, según su madre. Romina había estado tomando cursos de GED y esperaba impaciente su graduación, dijo Pérez.

Justo después de que fuera identificado el cadáver de Romina, la comunidad dio su apoyo a la familia, la cual ni siquiera contaba con el dinero suficiente para enterrar a la adolescente. El empresario local Mustaf Basheer organizó una actividad de recaudación de fondos que pagó por el entierro, y la familia recaudó suficiente dinero para irse del parque de tráileres.

Botell, de barba y patillas grises, que pasa de los seis pies de alto y pesa más de 250 libras, hizo declaraciones a la policía en febrero y en mayo. La policía dijo que un testigo con quien ellos hablaron después de la entrevista de febrero con Botell se mostró “ansioso” y “nervioso” y pidió ayuda para abandonar el condado.

La relación de Romina con Botell, que la policía cree comenzó tres años atrás, parece haberse mantenido escondida de la familia. Amigos de ella que no quisieron ser identificados el viernes dijeron que ellos no tenían idea alguna de la existencia de Botell.

En el momento de la muerte de Romina, dijo su madre: “Si ella estaba pasando por algo, nunca lo mostró”.

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©2015 El Nuevo Herald (Miami)

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