Ante los luctuosos sucesos de Ceuta y las avalanchas humanas en Melilla, cabe preguntarnos si es posible hoy, poner puertas al campo o fronteras en el mar Mediterráneo y en el Océano Atlántico para atajar la previsible, probable y segura entrada ilegal de inmigrantes irregulares desde el norte y el oeste de África, dirigidos y liderados con sagacidad por los
mercaderes de esclavos como lo son “las mafias”.
Sobre lo ocurrido en Ceuta, el Ministro del Interior de España
justificó, en un primer momento, el uso de medidas de
prevención y protección de las fronteras, defendió la actuación
de las fuerzas de seguridad del Estado y a la guardia civil por el
uso de pelotas de goma “disuasorias” y creó un concepto
nuevo y “alegal” de frontera marítima, que entiendo, no es
acorde con el derecho internacional ni con el derecho del mar.
sin embargo el delegado del gobierno en Ceuta Antonio
Gonzalez no quedo satisfecho y quiso ir por nota , y para ello
afirmo que quien “llegue a una playa española no significa que
esté en España”. Nos parece muy grave que una autoridad
con “mando en plaza” y además ha sido senador electo se
atreva a dar un curso de geografía, derecho político ;derecho
internacional público y derecho marítimo “express”!
Sinceramente si fuera alumno mío lo suspendía sin más.Afortunadamente tras algunas diferencias con las autoridades
europeas, las ongs y asociaciones defensoras de los derechos
humanos, y otras fuerzas políticas españolas y no españolas,
el Ministro reconsideró su posición inicial, reconoció el uso
injusto de la medida disuasoria y uso de las pelotas de goma ,
y lo mas importante puso manos a la obra en buscar salidas ,
aunque no culpables . La intención, loable, era de ver como se
podía recomponer y afrontar este puzzle, impenitente y
difícilmente solucionable, de la afluencia masiva de
inmigrantes.
Todos en este país sabemos que no es un problema nuevo; es
una situación permanente, es recurrente y lo que es peor, la
llegada por tierra, mar y aire, nunca ha cejado en los últimos
treinta años.
Baste con recordar, que en el año 1978, cuando se aprobó en
España la Constitución y se garantizó a los extranjeros la
titularidad de derechos y libertades (art 13.1 CE). En aquel
entonces, el censo de extranjeros rondaba los 173.000 (en
general acomodados y con trabajo estable) mientras que en el
año 2013 el censo de extranjeros empadronados era de
5.736.258 personas, sin contar los posibles irregulares, sin
empadronar.
No seamos demagógicos gratuitamente ni alarmistas ante
estas cifras, y constatemos que no todos los extranjeros que
viven con nosotros – en la playa o en el interior de las fronteras
- son “inmigrantes” en el sentido más común del término. Hoy
en día España cuenta con una población de más de 47 millones
de habitantes, y en cuyo censo de extranjeros más de la
mitad regulares o irregulares, son originarios o ciudadanos de
la Unión Europea (aprox. 2.073.076 habitantes).
Ahora bien, debemos señalar que de los mismos más de un
millón son de origen rumano (882.238) y de origen búlgaro
(168.011), que hasta hace poco tiempo, eran considerados
como ciudadanos sin la plenitud del derecho a trabajar en España, necesitando permiso de trabajo expreso aquí y en
otros países de la Unión.
Muchos de nuestros conciudadanos creen todavía que
rumanos y búlgaros son extracomunitarios como lo son los
provenientes de Marruecos, Ecuador o China. Asimismo,
hemos de tomar en consideración que desde el 2013, Croacia
es el 28 Estado de la Unión Europea y desafortunadamente no
tenemos constancia del número de ciudadanos croatas
actualmente en España.
El 5 de marzo 2014 tras una entrevista tensa con la Comisaria
responsable de Interior y Justicia de la Unión, la Sra. Cecilia
Malström, el Ministro de Interior, el Sr. Fernández Díaz, se
lamentó de la falta de solidaridad de Europa hacia España y los
países Mediterráneos y propuso “Catorce medidas para frenar
la presión migratoria”, reafirmándose en la necesidad de un
pacto de Estado para afrontar la inmigración irregular”. A la vez
se entrevistó con las autoridades fronterizas marroquíes,
suponemos para llevar eficazmente a cabo una operación de
prevención conjunta y de retorno de los irregulares, pero en
ningún caso (esperamos) pactar una “devolución o expulsión
en caliente” no prevista en la Ley Orgánica de Extranjería ni en
otros instrumentos internacionales obligatorios, hoy por hoy
en España.
Entre las medidas para frenar la presión migratoria se
encuentran:
Creación de unidades móviles de policía.
Aumento las medidas de seguridad perimetrales.
Adquisición de nuevas embarcaciones de vigilancia
marítima
Creación de una oficina temporal en la que se integren
comisiones de identificación de los países de origen de
los inmigrantes con mayor incidencia, de manera que se
agilice el eventual retorno de los mismos. Adecuación de los Centros de Estancia Temporal de
Inmigrantes (CEI) de Ceuta y Melilla y, en su caso, la
habilitación de instalaciones adicionales en condiciones
de habitabilidad adecuadas, para hacer frente a las
contingencias provocadas por la extraordinaria presión
migratoria.
Concesión de ayudas para el fomento del retorno
voluntario a sus países de origen desde países de
tránsito, en colaboración con la Organización
Internacional de Migraciones (OIM).
Concesión de ayudas económicas a los países de origen
de los inmigrantes irregulares para que puedan reforzar
los servicios de prevención de la inmigración irregular y
de prevención y lucha contra las redes dedicadas al
tráfico ilegal de inmigrantes.
Concesión de ayudas económicas a terceros países, en
particular en de los países de tránsito para el refuerzo
del control de sus fronteras, en particular entre Argelia y
Marruecos.
Solicitar 45 millones de Euros a la Unión Europea
imprescindibles y mínimos para pagar solidariamente el
gasto de toda esta nueva política migratoria.
Sobre esta última propuesta, creemos imprescindible la
colaboración de Europa. España no puede hacer frente, por si
sola a este problema. La solución es a todas luces europeas, y
no española, italiana o maltesa.
Aplaudimos este giro de la política española siempre que
cualquier paso o medida en la frontera terrestre o marítima con
África, respete los derechos fundamentales y las libertades
públicas de todas las personas, nacionales, extranjeros
regulares o irregulares, de conformidad a la Ley y a los
principios que informan nuestra Constitución y el Derecho
internacional de los Derechos humanos al que estamos
obligados en virtud de la propia Constitución art 96.1.Los inmigrantes irregulares son solo eso, inmigrantes, pero
ante todo son personas es decir lo que denominamos “seres
humanos” no mercancías ni animales.
Luchar contra la inmigración irregular, no supone hacer
dejación de lo que somos o aspiramos como sociedad
democrática justa y avanzada, y de lo que defendemos
respecto a la dignidad de cualquier ser humano. ¡Nos ha
costado mucho alcanzar nuestras libertades, derechos
fundamentales y nuestro estado social de derecho, tras 1975,
para olvidarlo en la línea fronteriza al tratar al “otro”!
Pero si no se lucha contra las mafias dentro de España o
allende nuestras fronteras; si no se lleva a cabo una política
común e implicada de los países del Norte de nuestro
continente y de toda la Unión Europea, sino se gestiona
eficazmente la cooperación internacional con los países de
origen, y la ayuda al desarrollo; cualquier medida resultará
ineficaz.
El origen de la inmigración masiva irregular no se halla solo
en las fronteras exteriores de la Unión o de Schengen, ni en el
interior de la “tierra prometida” que es hoy Europa para el
resto del mundo. La verdadera razón la encontramos
fundamentalmente en la imperiosa necesidad que todos tienen
de emigrar.
Las causas son múltiples: la desertización, los desastres
naturales, las guerras pero, sobre todo, huir de la miseria, del
hambre, de la corrupción, de la falta de libertades y derechos
mínimos o de la explotación de las mafias, de sus propios
gobernantes y de los militares o dictadores tolerados, aupados
y sostenidos por la propia Europa bajo la excusa o la
justificación de favorecer unas relaciones comerciales o
explotación de recursos naturales que son buenas para
nuestra balanza comercial y PIB, y la mayoría de las veces,mediante un lucrativo negocio de tráfico de armas que se
utilizan contra la población.
Ante esta situación, cabe exigir que el GRAN PACTO DE
ESTADO para afrontar con sensatez la inmigración, que hoy
sugiere el Ministro y el gobierno del Sr Rajoy, sea un pacto
verdadero y sin “trampa ni cartón”. No queremos poner en
duda la voluntad del gobierno pero, resulta sospechoso que
durante el debate del Estado de la Nación en el Congreso de
Diputados, no se hiciera ninguna mención.
Muy al contrario, la inmigración y el drama de Ceuta fueron
armas dialécticas, arrojadizas y objeto de acusaciones mutuas
cargadas de sinrazón, entre PP y PSOE. Hoy al cabo de un mes
siguen siéndolo pero han pasado de la página política a la
crónica de sucesos.
Este gran pacto de Estado no debe limitarse a las fuerzas
políticas y sociales españolas, ni quedar sobre el papel para
guardarse en las hemerotecas, sino que ha de ser también para
toda nuestra sociedad e Instituciones españolas y del resto de
los Estados Europeos.
Creemos y reiteramos que Europa es la defensora a ultranza de
los valores, principios y derechos humanos.
Me alegra que no hayan sido estériles ni inútiles las
reiteradísimas peticiones de muchos “extranjeristas
defensores de los derechos humanos” a todos y cada unos de
los gobiernos que se han sucedido en España desde la
transición, la necesidad de este pacto.
Propongo que el Pacto se selle y decida en la paz del
Monasterio de Montserrat, Yuste o El Escorial. Y me brindo a
hacer de moderador y mediador pertinaz.Sin la cooperación internacional, la lucha impenitente y sin
concesiones contra las mafias organizadas y multinacionales,
las dictaduras, los explotadores y sobretodo, sin una política
española, europea común y que cuenten con un respaldo
económico de la Unión, las demás medidas no servirán para
nada y pronto el problema y la situación resultantes serán
inabordables.
Si no es así, cabrá reafirmar con pesar que: “no seamos ilusos
no se pueden poner puertas al campo en el sur del
Mediterráneo o fronteras en el mar aunque este en calma.”
¡Houston tenemos y seguimos teniendo un terrible problema
en España y en Europa con la inmigración irregular!